Y empezaron la
labor, Mientras “El Rafles” buscaba la manera para cortar las pencas de cera;
Don Timo buscaba excremento de vaca para quemar y hacer humo para que las
abejas se ahuyentaran y no fueran tan agresivas con los intrusos.
Mientras “El
Rafles” buscaba la manera de castrar y “Don Timo” le ayudaba; el resto
buscábamos donde descansar esperando el tiempo necesario para degustar el tan
anhelado líquido.
Mi familia, la de mi hermano y mis otros sobrinos se colocaron entre unos matorrales. Según para protegernos de las agresivas abejas. Doña Julia con la experiencia de viejos castradores nos daba indicaciones de lo que se debe hacer y no hacer en esos momentos. Todas las familias estaban atentas a las órdenes de los conocedores.
Mientras todos
esperábamos la miel, mi hermano engolosinado consignaba los momentos del
recuerdo. Una a una sacaba fotos del momento.
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