Cuando “EL Rafles” empezaba a trabajar comentó.
___No se acerquen porque está muy brava la colmena__
Mi hermano dijo:
__Espera, deja sacar una foto.__
El enjambre estaba nervioso. Intuían que saquearíamos su miel y
estaban a la expectativa. Algunas abejas revoloteaban nerviosas fuera
del panal mientras el sonido característico se escuchaba al interior del
enjambre. “El Rafles” permitió que mi hermano sacara la foto. Al interior
del enjambre estaba oscuro y fue necesario activar el flash de la
cámara. Una, dos veces el flash resplandeció y como si la luz fuera una
orden, el enjambre salió en busca de los intrusos.
Las abejas buscando a los intrusos, encontró primero al ”Rafles”, más
allá al verse descubierto, mi hermano se trataba de cubrir de un ejército
de abejas. Ambos emprendieron la huida con una carrera desaforada.
En la huida se dirigieron al camino, lugar donde la mayoría descansaba.
Se oyeron gritos…
__No vengan para acá__ Pero “El Rafles “ y mi hermano no
escucharon. Ambos pasaron corriendo y sobre ellos la nube negra del
enjambre. Las abejas arremetieron contra todos. En desbandada todos
corrieron para salvarse de los piquetes. Yo que estaba cerca del “coco”,
cuando vi la nube de abejas, di media vuelta y emprendí la huida; no
avancé, en mi desesperación no vi una piedra; al tropezarme,
literalmente me caí de panza. Quizá eso fue lo que me valió, el enjambre
completo pasó sobre mi que me cubría la cara con las alas del
sombrero. Dos abejas solitarias que iban muy bajo lograron su
cometido, uno en mi cachete y otro en mi cuello. Pero no me moví, sabía
que, si me movía, todo el enjambre me pincharía.
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